Los sonidos del universo

En Astrofísica y Cuántica hemos tratado el tema de la música que nos recuerda al espacio, pero mucho se ha hablado de los sonidos que nos llegan en forma de ondas electromagnéticas desde más allá de nuestra atmósfera, de esa música por llamarla de alguna forma que procede desde los confines del universo y de la que contamos a día de hoy con diversas grabaciones.

Sabemos que el sonido no puede propagarse en el vacío, pero sí las ondas electromagnéticas. Para detectar y grabar estas ondas sonoras se emplea el espectrómetro o espectrógrafo, que sirve para analizar una porción del espectro de un movimiento ondulatorio.



Espectro de un quasar

La mayor parte de la radiación electromagnética que recibimos es luz en un rango de longitud de onda entre 400 y 800 µm, pero no sólo en lo visual, también en todo el espectro hasta las ondas largas en el rango radio. Lo curioso es que con el sonido ocurre exactamente lo mismo que con el efecto Doppler y el corrimiento al rojo o al azul en función de si un cuerpo se acerca o se aleja, así, un cuerpo que se aproxima al observador emite un tono más alto y cuando se aleja el tono comienza a descender. En las grabaciones de estos sonidos que proceden del universo se ha tenido que rebajar la frecuencia de las originales porque son demasiado altas para el oído humano.



Representación de un púlsar

Uno de los fenómenos más curiosos es el fenómeno acústico de los púlsares debido a su rápida rotación, que emite pulsos de radiación electromagnética a intervalos regulares. Un ejemplo de de estos registros es el que tenemos del conocido como Púlsar de Vela:



En el caso del Sol hay burbujas de gas que ascienden a la superficie a una velocidad cercana a la del sonido, pero no podemos escucharlas porque no se propaga en el vacío y porque su frecuencia se sitúa por debajo del umbral del oído humano. Lo único que se puede hacer es analizar cómo vibra esta campana cósmica.

Explosión solar