La característica principal de este gigante exterior, quinto planeta del Sistema Solar, es precisamente su gigantesca masa gaseosa, de casi dos veces y media la de los demás planetas juntos y 318 veces mayor que la Tierra. Está formado principalmente por hidrógeno y helio, no posee una superficie interior definida y en su atmósfera circulan vientos con alternantes velocidades de hasta 504 km/h.
Júpiter (fuente: Banco de recursos multimedia del ITE) |
Su característica más destacable es lo que se conoce como la Gran mancha roja, un vórtice anticiclónico como un remolino en sentido antihorario, con una antigüedad de más de 300 años cuyos vientos periféricos alcanzan los 400 km/h. y que tiene dos veces el tamaño de la Tierra.
La Gran mancha roja, fotografiada por el Voyager 1 (fuente: Wikipedia) |
Como curiosidad, Júpiter podría convertirse en una estrella, para lo que necesitaría 80 veces su masa para fusionar el hidrógeno y, de hecho, la enana roja más pequeña sólo supera a Júpiter en un 30 por ciento más de radio respecto a éste. Este planeta irradia más calor del que recibe de la luz solar, lo que provoca que éste se contraiga uno dos centímetros cada año.
La transición entre su interior líquido y su atmósfera es tan gradual que apenas se distinguen ambos estados. Está compuesta por un 87% de hidrógeno, un 13% de helio y también puede contener en una ínfima medida amoníaco, metano, sulfuro de hidrógeno y vapor de agua.
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